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25 años de sabor y memoria en Gran Café 1919

25 años de sabor y memoria en Gran Café 1919

© ffmag

Hay lugares donde el tiempo no pasa, se transforma. En el Puerto de Pollensa, Gran Café 1919 lleva ya un cuarto de siglo siendo parte del paisaje y de la memoria. Hoy, este legendario bistró mallorquín celebra su historia mirando al futuro con una propuesta renovada que honra el producto, el vino y los buenos ratos compartidos, sin perder de vista su esencia.

Situado en una de las esquinas más icónicas del paseo marítimo, donde se respira la brisa salina y aún resuenan los pasos de Anglada Camarasa, Gran Café 1919 no busca impresionar, sino quedarse en el recuerdo. En cada plato, en cada copa, en cada gesto hay algo reconocible: cercanía, producto, y una forma de entender la hospitalidad sin artificios. Desde su rincón en el Puerto de Pollensa, este bistró sigue cultivando lo que realmente importa: el placer de comer bien y sentirse a gusto, sin más pretensiones que hacerlo todo con sentido.

La renovación del espacio y de la carta no es un simple cambio de look, sino una manera de actualizar su lenguaje sin romper con el pasado. Porque, aunque hoy en día sea un restaurante, la esencia del local sigue siendo la de aquel café que conocieron tantas estrellas de cine y viajeros curiosos.

Pancakes de pistacho

Pancakes de pistacho © Gran Café 1919

 

Un menú que habla todos los idiomas

Gran Café 1919 ha sabido leer el presente con perspicacia y sabor. Su cocina abraza el mundo sin perder de vista la tierra: el producto local marca el pulso, pero no hay miedo a los acentos globales. La carta acompaña cada momento del día con naturalidad —del primer café a la cena sin prisa— y propone una mirada mediterránea abierta, honesta, y con vocación viajera.

Por la mañana, el aroma del café recién molido se mezcla con el de las tostadas crujientes, las esponjosas tortitas y los coloridos bowls de fruta y semillas. A mediodía, entran en escena las tapas —como las gambas al ajillo que saben a verano eterno o los boniatos bravos, que sorprenden con su toque dulce y picante—, y por la noche, el ambiente se eleva con platos que viajan del cebiche al tataki, o del ceviche al cacio e pepe trufado. No hay prisa por decidir entre un arroz meloso de pluma ibérica y trufa negra o una hamburguesa gourmet con pan brioche y costillas glaseadas. Aquí, el hambre tiene muchas formas. Y todas ellas encuentran su lugar.

La carta de vinos merece capítulo aparte. Más de cien referencias con una clara apuesta por el vino mallorquín, pero sin olvidar bodegas peninsulares y grandes joyas internacionales. Y si lo tuyo son los cócteles, este es tu sitio. El clásico mojito encuentra aquí su versión más isleña, con hierbas mallorquinas, mientras que el Dry Martini y el Negroni se mantienen fieles a su legado. El Espresso Martini llega con la elegancia justa, y el Moët & Chandon Garden Spritz pone el toque festivo al caer la tarde.

Gazpacho con coca y crudités. Gran Café 1919

Gazpacho, coca y crudités © Gran Café 1919

 

Un renovado diseño que invita a la calma

El nuevo Gran Café 1919 no solo se disfruta con el paladar. El espacio ha sido repensado para invitar a la calma, al disfrute lento. Maderas cálidas, vegetación integrada, iluminación suave. Todo habla de confort, pero también de intención. Nada está colocado al azar. Las piedras naturales y las fibras orgánicas aportan al lugar una textura que apetece tocar, mientras que las divisiones vegetales entre mesas permiten intimidad sin romper con la atmósfera abierta. Es un restaurante, sí, pero también es un refugio. Un sitio donde el diseño no compite con la cocina, la acompaña.

Veinticinco años después de su apertura, Gran Café 1919 sigue siendo un lugar con historia. Pero lo más interesante es cómo ha sabido usar esa historia no como ancla, sino como impulso. Su nueva etapa no es una ruptura con el pasado, sino una evolución. Una forma de decir: “sabemos de dónde venimos, y tenemos claro hacia dónde vamos”.

Almuerzos en Gran Café 1919

 © Gran Café 1919

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