El impulso de dar vida a un proyecto propio llevó al chef Bernabé Caravotta y al sumiller Sebastián Pérez a crear su primer restaurante en Palma (Vandal). Más tarde, la incesante pasión de ambos por los nuevos proyectos desembocó en dos restaurantes más: otro en Palma (Santa) y uno en Valencia (el japonés Momiji Atelier). La sorprendente dicotomía entre la rebeldía que les caracteriza y su perpetua búsqueda de la excelencia, componen el hilo conductor de los tres conceptos que, pese a ser muy distintos, comparten una misma filosofía: “los tres son muy nosotros de alguna manera. Son lugares en los que buscamos que la gente se emocione”, explica Bernabé Caravotta.
Bernabé y Sebastián están al frente de dos de los conceptos gastronómicos que más han dado que hablar en Palma: Vandal y Santa. Vandal fue el primero en abrir, y poco después llegó el valenciano Momiji Atelier. “Vandal no nació para ser un grupo. Nació como una idea”, explica Bernabé. “Tras trabajar muchos años para otra gente y acumular experiencias alrededor del mundo, llegó un momento en que el cuerpo pedía hacer algo propio sin límite alguno. Porque, al final, por mucho que tengas libertad como chef ejecutivo o como maître, si no eres el dueño del circo, siempre tendrás un límite, que es la visión del propietario, y que, por supuesto, me parece bien que esté”, asegura el cocinero.
El cuerpo pedía hacer algo propio sin límite alguno. Porque por mucho que tengas libertad, si no eres el dueño del circo, siempre tendrás un límite
Vandal: alma canalla
Los dos socios (junto con un tercero que está en Valencia) confiesan que, cuando crearon Vandal, “todo fue fluyendo de forma muy sencilla”. Y así es como el restaurante se convirtió en un medio de expresión, en un espacio donde poder hacer todo lo que ellos aman, lo vivido y lo aprendido durante el camino. “Vandal muestra cómo nos gusta a nosotros pasarlo en un restaurante: cómo nos gusta comer, cómo nos gusta que nos atiendan... En Vandal te puedes encontrar a personas de 80 años o de veintitantos pasándoselo pipa. No nos gustan los ambientes excesivamente protocolarios y fríos y eso se nota”, explican.
Vandal Palma ofrece una sofisticada experiencia gastronómica en un ambiente informal con espíritu canalla, en el que se entremezclan grafitis con paredes onduladas de metal, creando el estilo transgresor que ha hecho célebre a este restaurante. Y en este singular espacio, la gastronomía se entiende como una fusión entre cocina, coctelería, vino y, por supuesto, servicio. A través de esta curiosa mezcolanza, el equipo de Vandal invita a sus clientes a dejarse llevar por la felicidad que a ellos mismos les brindó cada uno de los lugares visitados, y a compartir cada plato como un viaje único e inolvidable.
Vandal muestra cómo nos gusta a nosotros pasarlo en un restaurante
Santa: el irresistible placer del pecado
“Santa nace después de cuatro o cinco años de Vandal porque, una vez más, sentíamos que queríamos hacer algo nuevo”, cuenta Bernabé. “No queríamos hacer algo tan grande, pero la oportunidad llegó así. El local es precioso y se nos dio la oportunidad de comprarlo, que para nosotros era un gran paso”, añade. ¿El secreto para poder llegar a todo cuando creces y te encuentras con tres restaurantes? Bernabé y Sebastián lo tienen claro: el equipo. “A medida que creces, vas teniendo más fuerza. Sobre todo, si vas invirtiendo en equipo y comienzas a tener generales, tenientes y sargentos que se implican en el proyecto, que creen en lo que hacemos y en lo que somos como personas. Eso es lo que te da la posibilidad de encarar otros proyectos”, afirman. Y así es como, de manera totalmente espontánea y orgánica, Vandal se convirtió en un grupo “por la pasión de ambos por hacer cosas nuevas”.
Detrás de la sobria fachada de Santa Restaurant, se esconde un mundo casi onírico que transporta al comensal a un misterioso escenario cinematográfico que le convierte en el protagonista de la película. Y en mitad de la escena, se celebra la belleza dicotómica entre el bien y el mal tematizando, no solo su espacio, que cuenta con una espectacular decoración basada en un universo de luces y sombras, sino también su carta, en la que los platos y las bebidas se inspiran en los siete pecados capitales. Santa Restaurant es el punto de encuentro de aquellos que se proponen vivir una experiencia gastronómica para huir de lo común y viajar a un universo seductor y sombrío donde la cocina promete iluminar las noches más oscuras.
“Tú en la cocina, yo en la sala”: la conjunción perfecta
La experiencia, profesionalidad y, sobre todo, la complicidad de Bernabé y Sebastián son el ingrediente clave que ha convertido sus propósitos gastronómicos en grandes éxitos. Bernabé Caravotta es el chef de la #foodwithattitude (comida con actitud), una forma de entender la gastronomía –y la vida- que apuesta por una actitud de innovación, reto y superación constante. El cocinero cuenta con una amplísima formación en algunos de los mejores restaurantes del mundo y un sinfín de experiencias viajeras por distintos países, en busca de la originalidad, el sabor, las técnicas y los ingredientes que, más tarde, compondrían su inconfundible sello tras los fogones.
Al talento de Bernabé se une la maestría del sumiller Sebastián Pérez: creador de la exquisita bodega de Vandal y Santa, encargado de maridar cada plato con una copa de vino o un cóctel que potencie al máximo el sabor de la comida, ofreciendo así una experiencia gastronómica de lo más completa. Y cuando se les pregunta por el futuro, los dos se muestran optimistas. “Vemos un futuro muy prometedor para el sector en general, pero en cuanto a nosotros mismos, no estamos tan fijados en el futuro, sino en el presente. Queremos aunar y consolidar todo lo que hemos logrado en todo este tiempo. Y en el futuro, seguro que saldrán cosas, porque somos muy inquietos”.