Kike Erazo
Nacido en el estado de Jujuy, al Norte de Argentina, la historia del chef Kike Erazo es todo un ejemplo de ahínco, trabajo y superación. Siempre tuvo pasión por la cocina, según cuenta, “porque la cocina era la base de la reunión familiar” – apunta, nostálgico, mientras rememora aquellos encuentros familiares en los que tíos, tías, primos y abuelos se reunían alrededor de la mesa para celebrar un cumpleaños o cualquier fiesta de guardar. “Cada parte de la familia llevaba su especialidad” - añade mientras se le dibuja una sonrisa en el rostro.
Con 17 años y una única idea metida en la cabeza, convertirse en chef, se hizo el petate y se fue a Buenos Aires. Trabajó vendiendo periódicos, en un drugstore, en una imprenta y, finalmente consiguió entrar en un gran restaurante de la capital como ayudante de camarero. “Pero a mi lo que me tiraba era la cocina, así que insistía continuamente al jefe de cocina para que me dejase entrar” – cuenta, y añade: “ […] en aquel momento era muy difícil entrar en la cocina, era muy endogámica, pero tanto le insistí al jefe de cocina que al final me dio una oportunidad. Era un restaurante muy grande, con capacidad para 300 comensales y tuve la suerte de pasar por todas las partidas y con lo que ganaba trabajando me pagaba los estudios. Fue duro. Si miro atrás no puedo creerme cómo empecé. Pero tenía mucho hambre de seguir aprendiendo; aprendí a hacer pan, pastas, a trabajar carnes y pescados..”
Arroz ciego
Al final, tras graduarse como profesional gastronómico y pasar por varios restaurantes de renombre de Buenos Aires se fijo 2002 como fecha límite para cumplir su objetivo de venir a Europa. Ahorró y cumplió su sueño. Se enteró por un amigo de las bondades de las Baleares y decidió establecerse en Mallorca, que ha sido su hogar desde hace más de dos décadas y donde ha colaborado en importantes proyectos gastronómicos con cocineros de tanto renombre como los estrellados Adrián Quetglas y Fernando Pérez Arellano.
Pasión por el arroz
Hacer un arroz puede parecer sencillo… para alguien que nunca lo haya hecho. De hecho, trabajar el arroz bien es una de las cosas más complicadas de la cocina. Y el chef Erazo lo borda. Su pasión por el mundo de los arroces comenzó hace tres años cuando le propusieron poner en marcha El Puente, la arrocería de la que actualmente sigue siendo chef. Aunque había trabajado con anterioridad los arroces, jamás se había planteado que pudiera expresar toda su creatividad usando un producto tan humilde.
Así, además de las paellas y las recetas clásicas, el chef argentino ha desarrollado a lo largo de todos estos años todo un recetario de arroces de autor. Imprescindible resulta probar su arroz de cuello de cordero cocido a baja temperatura, marinado con ras el hanout, mezcla de especias árabe, rindiendo homenaje al navarin, un delicioso y tradicional estofado francés.
Arroz de marisco
Le preguntamos por el secreto de un buen arroz, “un buen sofrito y un buen caldo”, y apostilla: “aunque también hay que mimar el producto, jugar con los tiempos y usar medidas exactas, que es la única manera de mantener la calidad y el sabor. Sino se hace bien, nos queda un arroz con cosas”.
Nos cuenta, en petit comité, que le encanta trabajar el arroz, pero que le encantaría abrir un restaurante criollo, intimista, donde pueda expresarse a través de los sabores, de los aromas de su infancia, algo que no parece descabellado si tenemos en cuenta el largo periplo que ha recorrido este tenaz, pero humilde, chef desde que en plena adolescencia dejó la seguridad de su familia para perseguir un sueño.
