
Juan Vicente Boned
Primero fue la calma. Luego se prendieron los fogones. Después llegó el jardín. En Casbah Formentera, nada nació por azar. Todo fue sembrado con una intención precisa: crear un refugio donde el tiempo supiera detenerse. Un lugar donde el descanso y la cocina formasen parte de una misma idea de hospitalidad. Este año, Casbah celebra diez años como experiencia plena: hotel y restaurante, inseparables, coherentes, profundamente conectados con la isla.
La visión surgió del impulso silencioso de Juan Vicente Boned, alma mater del proyecto. “Nuestra premisa ha sido siempre la misma: ofrecer calidad, calidad y más calidad. Y nunca defraudar al cliente”, afirma. Cuando compró el hotel en el año 2000, el restaurante aún dormía. Durante quince años, Casbah fue solo alojamiento. Pero Boned sabía que, para emocionar de verdad a sus huéspedes, no bastaba con alojar.
El verdadero punto de inflexión llegó cuando conoció a Martina Cacheiro, una joven chef gallega recién llegada a Formentera. Aquel encuentro fue un pacto de confianza. “Martina fue nuestra principal apuesta y sigue siéndolo a día de hoy. Queríamos crear el mejor restaurante gastronómico de la isla, y lo hicimos apostando por ella”, recuerda Boned.
Martina no decepcionó. Desde su llegada, convirtió los fogones de Casbah en un espacio narrativo y emocional, donde cada plato habla con voz propia. “Cuando un cliente se va y te dice ‘gracias por darnos de comer’… eso es mágico. No necesito más”, confiesa con humildad. Su cocina no busca trucos ni sorpresas, sino memoria. Trabaja con producto de cercanía, da valor a lo sencillo y respeta el alma de cada ingrediente. “Quiero que quien venga a mi casa pueda volver cuando quiera, disfrutar de nuevas creaciones o reencontrarse con ese plato que le despertó un recuerdo”.
A lo largo de estos diez años, la propuesta culinaria de Casbah ha sido reconocida con numerosos distintivos (como la recomendación de la Guía Repsol, el premio Mejor Restaurante de la Asociación Gastronómica de Ibiza y Formentera 2021 o el premio de la Nit del Turisme 2022 por el Gobern Balear) y ha madurado hasta convertirse en uno de los grandes atractivos del hotel. Su carta evoluciona con el ritmo de las estaciones y se adapta al pulso de la isla, combinando técnica y emoción, tradición y sensibilidad contemporánea. Desde pescados y mariscos de la isla hasta guisos que concentran tiempo y memoria, la cocina de Martina es una razón en sí misma para viajar a Formentera. Todo empieza en el producto (honesto, fresco, local siempre que es posible) y culmina con platos que narran una manera única de entender la gastronomía.
Casbah es también un hotel boutique diferente, envuelto en vegetación, silencio y belleza contenida. Cada estancia invita al recogimiento. Cada rincón parece pensado para mimar al huésped. Entre las habitaciones, el jardín y el restaurante, todo fluye como una coreografía de calma.
Y en esa coreografía, Rubén Sánchez lleva más de diez años dirigiendo la sala con una mezcla singular de elegancia, naturalidad y precisión. “La cocina es fundamental, pero ¿qué haríamos sin ese servicio que, desde que entra el comensal, convierte su noche en algo especial?”, reflexiona. Formado en el Basque Culinary Center y con experiencia en proyectos de alta cocina como el restaurante Enigma (Albert Adrià), Rubén ha convertido el servicio en una extensión del relato de Martina. Y ha elevado la carta de vinos a una experiencia en sí misma: más de 250 referencias, una amplia selección por copa y una apuesta por las etiquetas con personalidad. “Todo vino merece ser degustado, aunque sea una sola copa”, dice.
Pero Casbah no se detiene en lo visible. En 2020, la familia Boned Escanellas (Grupo BOESGRUP) impulsó uno de los capítulos más singulares del proyecto: la recuperación de la finca familiar de 50 hectáreas contigua al hotel (Cas Majoral), donde hoy cultivan olivos, higueras autóctonas, árboles frutales, cereales y trigo xeixa. “Con la harina de este trigo hacemos el pan que servimos en nuestro restaurante. Y todo el residuo orgánico lo transformamos en compost, que vuelve a nuestros campos. Cerramos el círculo”, explica con orgullo. Antes de que la normativa balear exigiera prácticas sostenibles, Casbah ya practicaba una economía circular auténtica y natural.
Diez años después de abrir sus puertas como hotel y espacio gastronómico, Casbah celebra mucho más que un aniversario, celebra una forma propia de hacer las cosas: lenta, coherente, fiel a sus principios. Casbah Formentera ha sabido crecer sin perder el sentido. Como lo resume Boned: “No estamos satisfechos nunca. Siempre queremos mejorar. Y ahí estamos, trabajando cada día”. Y es que la grandeza de Casbah está en los detalles. En cómo recibe, cómo alimenta, cómo descansa y cómo respira. Casbah es un destino en sí mismo. Pero, sobre todo, es una manera de habitar la isla con sentido.