
George Augsburger
Soñador, bohemio, nostálgico, con una sensibilidad desmedida, artista, viajero y, sobre todo, amante de Formentera. Así es George, el hijo de una pareja de artistas que llegaron desde Suiza a la Formentera de los años sesenta en un furgón Volkswagen con sus cuatro hijos y dos perros podencos para pasar una temporada y en seguida cayeron bajo el hechizo de la isla pitiusa y ya no la pudieron sacar jamás de sus corazones. Tanto es así que la hermana de George vive en la isla, donde tuvo negocios de restauración y elabora sus propios quesos y aceites, o la propia hija de George, que ha nacido aquí. Por cierto que hasta sus padres descansan, entre pintores, escritores y artistas de todo tipo en un cementerio local ya que nunca quisieron abandonar Formentera.
Recuerda George, nostálgico, la sencilla casa payesa en la que vivían cuando llegaron con sus padres, en la que no había luz, ni casi de nada – “había más libros que muebles” – añade entre risas. Recuerda con cariño aquella vida bohemia, sencilla de la Formentera de los setenta y los ochenta, en la que todo el mundo se mezclaba, el inglés con el pagés, el viejo con el joven, el artista con el ejecutivo, un ambiente que trata de recrear a toda costa en sus negocios ya que esa era la verdadera esencia de Formentera y que –reconoce - “cada vez existe menos porque lo estamos comercializando todo demasiado”.
Ca Na Joana
Protegiendo la esencia de Formentera
Recuerda George lo felices que eran con tan poco cuando viajaban con sus padres por todo el Mundo, sobre todo cuando llegaban a Formentera e iban con sus padres a una sencilla casa de comidas donde la señora, ataviada con un delantal, te servía un bullit de peix en una olla de barro y con unos cubiertos, la señora te contaba historias y eras feliz.
Y en esa sencillez se inspira George para crear sus espacios en los que cada detalle cuenta, y en los que el arte está presente en cada rincón ya sea a través de sus trabajos o de las piezas que elaboran artesanos locales a partir de sus ideas, o de las múltiples cosas que el suizo va recolectando alrededor del mundo.
Su seriedad, su buen gusto, y su amor por esta tierra le han granjeado muchas amistades en la isla y una reputación de hombre serio y discreto. De hecho, admite orgulloso, “hay mucha gente de Formentera que piensa en mí para que lleve negocios tan icónicos como Fonda Platé porque confían en mí y saben que tengo buen gusto, soy serio, discreto y, sobre todo, que voy a llevar los negocios conservando su esencia, haciéndolo bien y sin llamar la atención”.
Fonda Platé
Tres proyectos en marcha
George siempre está moviéndose, experimentando, pintando. Y es que este artista con alma de restaurador piensa en sus negocios como si fueran verdaderas salas de arte, tanto en sus tiendas como en sus restaurantes. Ca Na Joana, la niña de sus ojos, fue el primer restaurante. Allí toda la ilusión y el tiempo que ha dedicado George se han visto recompensados con sendas recomendaciones en la Guía Michelin y en la Repsol. Esta impresionante casa payesa del s. XVI decorada con un gusto impresionante, es uno de los restaurantes más emblemáticos de la isla. Este año la novedad es el acuerdo que han firmado entre George y el grupo Bichi, que se dedica a la alta cocina japonesa, gracias al cual van a tener una barra de sushis y sashimis dentro de Ca Na Joana e Insula Beach (uno de sus proyectos nuevos).
Pero si hay algo de lo que se siente orgulloso George es de que el dueño de Fonda Platé, probablemente una de las casas de comidas más antiguas de Formentera y toda una institución en la isla, haya pensado en él para dar continuidad a un negocio que lleva abierto más de cien años. Aquí el suizo se ha propuesto recrear ese ambiente bohemio de la Formentera de los ochenta en la que se mezclaban todo tipo de gentes independientemente de su estatus social, su educación o su edad, eso sí, con un ingrediente principal: la música, que va a estar muy presente en Fonda Platé.
Su última aventura es Insula Beach, un proyecto de mar, del que no nos puede (o quiere) contar mucho, pero con el que confiesa sentirse muy ilusionado por esa vuelta a los colores del mar, los azules, los blanco, los amarillos del sol, y los verdes de la naturaleza protegida que rodean el local. Habrá que estar a la expectativa para no perdérnoslo.
Insula Beach