Hay lugares donde el tiempo parece detenerse. Rincones que, más allá de su belleza natural, se transforman en experiencia, en memoria viva. En la mágica Cala Llamp, Gran Folies no se limita a ser un exclusivo beach club: rinde homenaje al mar, celebra el producto y abraza una cocina que se reinventa cada temporada sin perder su esencia.
Al frente de este proyecto se encuentra un binomio culinario que ya es parte indisoluble de la identidad del lugar: Álex Arquero, chef ejecutivo del grupo, y David Schenk, jefe de cocina del restaurante. Su historia conjunta arranca en Ibiza, donde compartieron fogones antes de desembarcar en Cala Llamp en 2018. Desde entonces, han ido afinando una propuesta que no entiende de fórmulas, pero sí de coherencia, intuición y paisaje. “El entorno lo es todo”, afirma Álex. “Cuando llegamos a Cala Llamp, sabíamos que el menú tenía que hablar el idioma del mar. Leemos el perfil del cliente, exploramos el paisaje y escuchamos al producto. Todo parte de ahí”. Así nació una filosofía culinaria que no solo responde al entorno, sino que lo interpreta: una carta pensada al milímetro, segmentada con precisión, en la que el Mediterráneo dicta las normas.

Cangrejo real
Gran Folies apuesta por una cocina de entorno con base mediterránea, pero con influencias viajeras, de esas que se acumulan en la mochila de años de curiosidad gastronómica. Crudos como ceviches, tiraditos, aguachiles o carpaccios se reinterpretan en versiones balinesas o polinesias, con ingredientes como la guayaba, el coco o sutiles toques florales. “No queremos hacer el ceviche de siempre. Queremos que cada plato cuente una historia distinta”, explican.
El marisco y el pescado salvaje de proximidad son protagonistas absolutos. Tanto, que han segmentado las cartas: marisco por un lado, ostras por otro, crudos por otro. Y todo con una meticulosa selección diaria. “Recepcionamos el pescado nosotros mismos. Buscamos siempre lo mejor. Desde una ostra frita con miso hasta la lubina al wok con judía negra, un plato que ya se ha convertido en un clásico”.
Cuando llegamos a Cala Llamp, sabíamos que el menú tenía que hablar el idioma del mar
Pero la propuesta va más allá de la carta del restaurante principal. Gran Folies se divide en zonas, cada una con una experiencia gastronómica propia: una carta exclusiva para el área de piscina inspirada en el concepto de street food, una oferta premium en la zona VIP, con platos como king crab, y un menú especial para embarcaciones. Este año, además, este último se amplía: “Queremos que el cliente sienta que tiene un restaurante en su propio barco”, explican. Para ello, han diseñado envases térmicos que permiten servir incluso platos crudos para llevar a las embarcaciones sin comprometer la seguridad.
La cocina que Álex y David han construido no es fácil de replicar. Este 2025 será un año clave: con la incorporación de una cocina de producción, esperan optimizar la calidad del servicio sin perder la esencia que los ha llevado hasta aquí.

Ostra frita
Celebrando 25 años de Gran Folies
Veinticinco temporadas después de echar el ancla en Cala Llamp, Gran Folies no solo sigue a flote: navega con más rumbo, más sabor y más visión que nunca. Su secreto no está solo en la cocina ni en las vistas —que podrían bastar—, sino en esa capacidad casi alquímica de evolucionar sin diluir su esencia. Porque lo que han construido Álex, David y su equipo va más allá de un beach club: es una forma de entender el mar, el producto y la hospitalidad.
“Estamos en un momento de profesionalización y expansión. No sabemos si será en un año o en cinco, pero este grupo va a crecer”, confiesan, con la seguridad de quienes ya han elegido su próxima travesía. Mientras tanto, el mar sigue dictando el ritmo en los fogones. Rodeados de un equipo multicultural que destila técnica, entusiasmo y creatividad, cada servicio es una nueva oportunidad para emocionar. Porque a Gran Folies no se viene solo a ver el Mediterráneo. Se viene a sentirlo, a descubrirlo… y sobre todo, a saborearlo.

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