Los ibicencos ‘aman’ el gerret, un pescado casi de descarte en el resto de España y sin apenas valor comercial. Sin embargo en Ibiza, sobre todo entre los mayores –y recordemos que son ellos los más sabios- es una especie muy valorada. Y la verdad es que es un auténtico manjar que si en vez de a una media de 8 euros el kilo se comercializara a 80 todo el mundo querría tenerlo en su mesa. Recetas las hay infinitas pero, y esto es una opinión, la mejor manera para disfrutarlo en toda su esencia es torrat, con sal gruesa, un chorro de aceite, un poco de limón y acompañado de una ensalada de col. Otra de las formas más populares es en escabeche, una delicia, pero no podemos olvidar el arroz con coliflor y gerret o simplemente frito. Es cierto que tiene espinas y que es engorroso de limpiar pero el sabor que tiene compensa el trabajo que conlleva su elaboración.
El gerret o caramel (Spicara smaris) cumple todos los requisitos para ser un alimento beneficioso en la dieta diaria: un pescado semigraso rico en Omega 3, de pequeño tamaño, lo que conlleva que esté exento de compuestos dañinos como metales pesados. Por si esto no fuera suficiente, se trata de una pesca sostenible que se realiza de forma artesanal, respetando el medio ambiente y generando riqueza en el territorio. Cada embarcación tiene un cupo semanal de 800 kilos y los últimos estudios indican que es una pesquería que se encuentra en un estado óptimo, sin riesgo a la sobrexplotación. Al contrario que pasa con otras especies, en el caso del gerret lo que hace falta es promocionar su consumo.
Denostado en los últimos años, en la actualidad parece que está volviendo a tomar el protagonismo que se merece gracias, entre otras campañas de promoción, a la Fira des Gerret impulsada por las cofradías de pescadores de Eivissa y Sant Antoni y el ayuntamiento de Santa Eulalia y respaldada por el Consell. Este año se cumplió la tercera edición y se ha consolidado ya como uno de los principales eventos gastronómicos de la isla en el que los restaurantes salen a la calle para ofrecer tapas elaboradas con gerret. Así, durante la edición de este año, la tercera que se celebra, pudimos encontrar desde el gerret torrat hasta al más vanguardista hot dog de gerret que ofrecía el restaurante Sa Brisa, sin olvidar los arroces más tradicionales o, incluso, los currys indios. La feria es un encuentro festivo para toda la familia donde este exquisito pescado se convierte, junto a las numerosas actuaciones musicales, en protagonista.
Pero si queremos seguir consumiendo gerret, necesitamos gente dispuesta a levantarse a las cuatro de la mañana para hacerse a la mar antes de que despunte el alba. Quedan cinco embarcaciones en toda la isla dedicadas a la pesca del gerret de forma tradicional: dos en Santa Eulalia, dos en San Antonio y una en Ibiza. Joan ‘Sendic’, Emilio y Mustafá (un ibicenco, un andaluz y un marroquí) conforman la tripulación de uno de estos llaüts que cada mañana, de lunes a viernes durante la época de pesca (del 16 de octubre al 15 de abril) , se dedican a la pesca del gerret.
Nos embarcamos en el ‘Joven Antonio’, un llaüt de casi nueve metros de eslora, para comprobar de primera mano como es el día a día de estos pescadores. Hace frío la madrugada de marzo que salimos a faenar pero la noche está clara gracias a que la luna todavía no se ha ocultado. Zarpamos antes del amanecer y ponemos rumbo a Cala Llonga. Hay pocas ganas de charlar a esas horas de la mañana y mientras el patrón dirige la embarcación al punto elegido para calar el arte y probar suerte, el resto de la tripulación aprovecha para descansar tumbada sobre cubierta. Apenas media hora después de dejar la bocana llegamos al destino y comprobamos que la corriente nos impide calar el arte así que hay que elegir otro lugar donde probar suerte. El ‘Joven Antonio’ nos llevará ahora a Tagomago en una travesía de una hora escasa, tiempo suficiente para echar un sueñecito que mitigue el madrugón. Tampoco hay suerte en este caladero. Mientras tanto hemos disfrutado de un tímido amanecer, algo nublado, pero la temperatura ha ido subiendo ligeramente y cuando el patrón pone rumbo a la cercana cala Boix ya casi no sentimos frío.
La travesía de vuelta resulta más animada y es el momento que se aprovecha para seleccionar el pescado
Ahora sí, las condiciones son idóneas para largar el arte. La pesca del gerret se realiza con el artet o bolitx, un arte de tiro tradicional, el mismo que se utilizaba para pescar desde la playa. La red mide hasta 300 metros y se cala en fondos arenosos sin pendiente, de 30 metros de profundidad como máximo. Una vez largado el arte se fondea la embarcación para comenzar a virar poco a poco, una maniobra que llevará hora y media aproximadamente y que hoy en día gracias a las ayudas mecánicas de las maquinillas hidráulicas se puede hacer con dos hombres pero que no hace tanto tiempo requería de la fuerza de grandes tripulaciones. El lance no ha sido del todo bueno, unos 150 kg de gerret de tamaño medio, y ahora probará suerte ‘El Deseo’ el otro llaüt que amarra en Santa Eulária. El patrón decide intentarlo de nuevo en Tagomago, pero las condiciones del mar no han variado así que ‘El Joven Antonio’ pone rumbo a Santa Eulalia. La travesía de vuelta resulta más animada y es el momento que se aprovecha para seleccionar el pescado y colocarlo en las cajas en las que se llevará al mercado. Pronto avistamos el faro verde de la bocana de puerto, una visión que siempre llena de gozo y que va en aumento en proporción a la magnitud de la travesía.