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Un día recogiendo trufas en La Finesse: en busca de los ‘diamantes negros’ de Teruel

Un día recogiendo trufas en La Finesse: en busca de los ‘diamantes negros’ de Teruel

Perro trufero buscando trufas © La Finesse

Su despertador suena a las 5.30 horas. A sus 26 años, Carlos Aspas es socio fundador y director ejecutivo de La Finesse Truffles, una empresa que, en menos de un año, ha conseguido ganarse la confianza de algunos de los mejores restaurantes de España. En solo este tiempo y a pesar de su juventud, Carlos y sus dos socios (José Vicente y Kilian, ambos de 25 años), saben bien que, el único secreto para que su proyecto salga adelante es la constancia y el trabajo duro.

En plena campaña de recogida de trufas, que se extiende desde mediados de noviembre hasta final de marzo, la jornada es especialmente intensa para los tres jóvenes empresarios. Y aunque el trabajo en el campo no comienza hasta que se deshiela por completo la tierra, se acude varias horas antes a la oficina para encargarse de gestionar los pedidos de los clientes.

Todo parece estar organizado al milímetro en La Finesse Truffles: donde se dedican dos días cada semana para clasificar, limpiar, embalar y enviar las trufas a sus clientes. Esto permite que la mercancía llegue lo más fresca posible a los restaurantes. Los demás días, Carlos y el resto del equipo salen al campo en busca de esta materia prima tan codiciada, cómo no, acompañados de sus perros: Coco, Luna, Daffi, Bruno, Blas y Jaguá.

Perro trufero. La Finesse

Perro trufero  © La Finesse

“Para nosotros, lo primordial es siempre el bienestar de los animales”, dice Carlos. “Somos totalmente conscientes de que, sin ellos, este trabajo sería inviable. Por eso son ellos los que mandan”, añade. Sobre las nueve de la mañana, Carlos emprende la primera ruta del día, acompañado de uno de sus perros. El paseo suele durar alrededor de dos horas o dos horas y media, ya que, transcurrido ese tiempo, los perros comienzan a cansarse. Después, realiza una pequeña pausa y sale a buscar más trufas con un segundo perro. “Es muy importante que, desde que adiestramos a los animales, vean la búsqueda de trufas como un juego y se diviertan”, cuenta Carlos.

Si hay algo realmente curioso en su trabajo, es el vínculo tan fuerte que cada buscador traza con su perro. Desde que son cachorros, cada animal se vincula especialmente a uno de los recolectores, que será el encargado de adiestrarlo y de velar siempre por su bienestar. Los perros solo suelen salir a buscar trufas con sus amos, pues ellos son quienes, con solo una mirada, comprenden a la perfección si el animal tiene ganas de salir a buscar, si está cansado… “es una relación muy especial la que tenemos con ellos. Son parte del equipo”, explica.

Además del estado físico y emocional de los perros, son muchos los factores que convierten la recolección de las trufas en un trabajo en el que siempre reina la incertidumbre. Las condiciones climáticas (que en determinadas ocasiones imposibilitan la búsqueda), el tamaño de la finca (que hace difícil recorrer toda su superficie en un solo día) o, simplemente, la suerte, hacen que la cantidad de trufa recogida por cada buscador varíe significativamente cada día, siendo la cifra promedio de 4 kilos.

Tras las cinco horas de paseo junto a los perros, Carlos se toma un pequeño descanso para comer. A veces, hasta saca tiempo para practicar un poco de deporte durante esta pausa, ya que es aficionado del triatlón. Tras el descanso, alrededor de las cinco de la tarde, es hora de regresar a la oficina para terminar de gestionar los pedidos y otros asuntos pendientes. La jornada de trabajo de Carlos suele finalizar a las nueve de la noche. Y aunque reconoce que su día a día es duro, asegura que, a los tres socios, su trabajo les apasiona.

Buscando trufas. La Finesse

Buscando trufas © La Finesse

Durante la época de precampaña, que comienza tras el día en que finaliza el trabajo de recogida, Carlos, Kilian y Jose Vicente cuentan con el apoyo de un grupo de cuatro o cinco trabajadores, que les ayudan en las tareas de preparación de la tierra, poda y mantenimiento general de la finca. Todo el trabajo se realiza de forma completamente manual. Entre los objetivos a corto plazo de la empresa, está la ampliación del equipo. Sobre todo, en las áreas de ventas y administración. “Este primer año ha sido un test de MPV (mínimo producto viable)”, indica Carlos. “Hemos trabajado muy bien los tres para ver hasta dónde podemos llegar. Ahora que sabemos que La Finesse tiene mucho potencial, queremos seguir abriéndonos camino en otros mercados fuera de Europa”, afirma.

Lo que comenzara como una bonita relación de amistad entre tres compañeros de facultad, ha culminado en una atractiva idea de negocio en la que se han fijado ya varios inversores. Y a pesar de las horas de trabajo invertidas y de la intensidad vivida este primer año, Carlos asegura que la relación de amistad de los tres amigos se mantiene intacta. “Creo que nuestra amistad se ha profesionalizado, la única diferencia es que antes estábamos el 100% de nuestro tiempo juntos de cachondeo y ahora, estamos un 70% del tiempo serios (enfocados en el trabajo) y un 30% de cachondeo”, puntualiza.

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